Sin duda, la flexibilidad que entregan los servicios transitorios y el outsourcing ha permitido que los rubros que vieron un alza en la demanda de sus productos o servicios debido a la pandemia, hayan podido seguir operando sin incrementar sus costos de contratación permanente, impidiendo de paso que las cifras de desempleo se dispararan en el peor momento de la crisis sanitaria en el país.

De hecho, de acuerdo al estudio de la Asociación de Empresas de Recursos Humanos (Agest) 2020-2021 [1], antes de firmar un contrato temporal, el 55% de los trabajadores se encontraba sin empleo o desempeñando alguna ocupación informal, cifra que llega a 58% en el caso de outsourcing (OUT); generando así un mayor acceso a seguridad y protección social.

Asimismo, según la investigación el sueldo bruto promedio de las personas contratadas por servicios transitorios (EST) incrementó 17 puntos porcentuales (pp.) en 2020, pasando de 614 mil pesos a 721 mil en doce meses, es decir, el equivalente a 2,2 rentas mínimas; mientras que en Outsourcing pasó de 725 mil pesos a 745 mil, lo que representa un alza del 10 pp.

Al respecto, Francisco Torres, director de staffing & outsourcing de Randstad, señala que “esta una buena noticia para el mercado, puesto que la posibilidad de externalizar personal por proyecto ha dado dinamismo a la economía durante la crisis, considerando que sería insostenible invertir en una plantilla permanente en un instante en que el avance y retroceso de las cuarentenas impiden dar continuidad al negocio, al mismo tiempo que dejar en manos de terceros la búsqueda y gestión de trabajadores ha permitido que las compañías se dediquen a su core business en un momento en que requieren poner 100% de foco en sus procesos internos”

El ejecutivo agrega que el alza salarial, que desde 2015 representa un crecimiento de 62% en outsourcing y de 58% en servicio transitorios, refleja que ambos tipos de contratación se están expandiendo a posiciones de mayor jerarquía y que las compañías cada vez valoran más la agilidad, eficiencia y productividad que éstas aportan a su organización. Además, el tiempo de capacitación que registraron los colaboradores externalizados, ya sea de manera temporal o permanente, tuvo un incremento de 74% en comparación a 2019, aumentando su calificación y preparación.

Por otro lado, el estudio revela que en el caso de OUT la duración promedio de los contratos alcanza 263 días, 3 más que en 2019; y en el de EST llega a 54 días, 18 menos que hace 1 año; caída que a juicio del experto, se debe principalmente a la intermitencia que han presentado las operaciones de las compañías, cuya continuidad depende del aumento o descenso de los contagios de Covid-19. Asimismo, la investigación muestra que el 4% de los trabajadores externalizados por outsourcing pasa a ser internalizado por la compañía usuaria del servicio, lo que representa una baja de 1 punto porcentual (pp.) en comparación a 2019; mientras que en servicios transitorios la cifra llega a 14%, con un alza de 3 pp. en un año.

El directivo dice que si bien la mayoría de las veces se habla sobre los beneficios que esta última modalidad de contratación tiene para las compañías, no hay que olvidar que también tiene innumerables ventajas para las personas. Primero, quienes son más jóvenes tienen acceso a una jornada laboral flexible y pueden ir ganando especialización en un rubro o en un cargo determinado, para luego tener la posibilidad de ser internalizados y optar a un contrato indefinido y, al mismo tiempo, aquellos que prefieren moverse de una organización a otra prestando sus servicios o asesorías, manejan su propio horario, tienen mayor independencia y pueden mantener con mayor facilidad un óptimo equilibrio entre trabajo y vida personal”, concluye.

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