En el mundo de los negocios, la contabilidad es más que una obligación legal: es el lenguaje que traduce la realidad económica de la empresa. Sin embargo, cuando el planilleo —el uso de planillas electrónicas fuera del software contable oficial— se convierte en la base de los informes estratégicos, la contabilidad pierde su rol central y se desalinean las decisiones de negocio. Este fenómeno, cada vez más frecuente, debilita la confianza, fragmenta la información y siembra la duda en la gestión empresarial.
El problema de la desalineación
El planilleo, por su flexibilidad y facilidad de uso, suele ganarse un lugar en las presentaciones a directorios y gerencias, pero con un gran problema: Los datos que se muestran en la planilla no siempre coinciden con los registros contables oficiales. Se convierte en la “versión ajustada” de la realidad, diseñada para cumplir objetivos, satisfacer expectativas o justificar resultados. Esto genera dos realidades paralelas: la contabilidad (lo que realmente ocurrió) y la planilla (lo que se quiere mostrar).
¿Cómo impacta en la toma de decisiones?
Las decisiones estratégicas —como inversiones, expansión, contratación, financiamiento o incluso ajustes de precios— deben basarse en datos confiables. Pero con el planilleo: Los indicadores clave (ventas, costos, márgenes) se ajustan en la planilla para que “cierren”. Los flujos de caja proyectados no reflejan la situación real de la tesorería. Las utilidades se muestran infladas o maquilladas, generando una falsa sensación de éxito.
Resultado: el directorio o la gerencia toma decisiones que pueden poner en riesgo la estabilidad financiera de la empresa.
La trampa de la “versión ajustada”
Cuando surgen dudas sobre los números presentados, la pregunta clave debería ser: ¿Coincide esta información con la contabilidad oficial?
Pero, lamentablemente, la respuesta más frecuente en empresas que dependen del planilleo suele ser: “Lo arreglamos en la planilla” (o peor aún, “Lo ajustamos en la contabilidad para que cuadre con la planilla”).
Esta práctica no solo atenta contra la veracidad de los registros contables, sino que destruye la credibilidad de los datos financieros y erosiona la confianza del directorio.