El Presidente del Banco Central de Chile, Mario Marcel, presentó hoy el Informe de Política Monetaria (IPoM) de diciembre de 2019, ante la Comisión de Hacienda del Senado. “Este IPoM es, sin duda, el más difícil desde que se implementa en Chile el marco de metas de inflación. Difícil en su preparación, difícil por las dimensiones de la incertidumbre y difícil en su mensaje”, sostuvo.
Marcel asistió a la sesión acompañado del Vicepresidente Joaquín Vial; los Consejeros Pablo García, Rosanna Costa y Alberto Naudón; el Gerente General, Alejandro Zurbuchen; el Fiscal Juan Pablo Araya; los Gerentes de División Política Monetaria, Elías Albagli; Política Financiera, Solange Berstein; Mercados Financieros, Beltrán de Ramón; Estadísticas, Gloria Peña; y de Asuntos Institucionales, Michel Moure.
En su intervención, el Presidente Marcel destacó que “el país está atravesando por momentos complejos y la economía, como era de esperarse, los está reflejando con fuerza. Así lo ratifica la importante caída del Imacec en octubre, las distintas fuentes de información que señalan una pérdida relevante de empleos durante noviembre y la abrupta caída en las confianzas de hogares y empresas”.
Agregó que este contexto, la crisis social “se ha caracterizado por reclamos sociales que han llevado a la discusión de cambios institucionales relevantes —como una nueva Constitución— y presiones legítimas por beneficios y derechos sociales con importantes implicancias fiscales”. Un proceso, sin embargo, que “ha sido acompañado de episodios de violencia, significativos y prolongados, los que han provocado importantes disrupciones en el sistema productivo, incidiendo fuertemente en una menor actividad y debilitando el empleo”.
De esta manera, señaló Marcel, la perspectiva macroeconómica aporta un grado adicional de preocupación. “La magnitud del impacto de la crisis social es comparable con algunos de los mayores shocks recibidos en el pasado por la economía chilena y amortiguar dicho impacto involucrará recurrir a gran parte de las holguras y a la experiencia acumulada por las autoridades económicas a lo largo de los años”.
No obstante, añadió, “solo esas holguras y un marco adecuado de política económica harán posible amortiguar, pero no eliminar, las probables consecuencias del escenario macro sobre el desempleo, el crecimiento y la inflación”.
Marcel indicó que este escenario base supone un patrón de recuperación de la economía que se inicia incipientemente en diciembre, y luego prosigue con una mejoría paulatina de la demanda. No obstante, “una condición clave para que este escenario se cumpla, es que la incertidumbre se reduzca significativamente y que los distintos sectores económicos puedan retomar sus procesos productivos”, manifestó.
Agregó que la evidencia de episodios similares en otros países, muestra que aquellas “sociedades que han logrado acuerdos que mejoran la institucionalidad y gobernabilidad pueden transitar por estos cambios profundos con efectos acotados en la actividad y el empleo. Sin embargo, de no darse este escenario, la evidencia sugiere un panorama para la economía que será significativamente más sombrío, donde incluso el empuje conjunto de la política monetaria y fiscal será insuficiente para evitar una recesión y el aumento persistente del desempleo”.
Proyecciones de crecimiento 2019-2021
En su presentación a la Comisión de Hacienda del Senado, Marcel indicó que en el escenario base, la actividad tendrá una caída anual de 2,5% en el cuarto trimestre del año, la que se concentrará en octubre y noviembre. Mientras que diciembre debería mostrar un desempeño algo mejor, pero con una alta incertidumbre en torno a ella. Con esto, en 2019 el PIB total acumulará un crecimiento en torno a 1%, considerablemente por debajo de lo previsto en septiembre (2,25%-2,75%). Esta proyección contempla que tanto el consumo como la inversión tendrán variaciones anuales negativas en la última parte de 2019, con una debilidad especialmente concentrada en sus componentes transables”.
El Presidente del Banco Central agregó que “el mal desempeño en el último trimestre de 2019 entrega un bajo nivel de partida para la economía en 2020″. De hecho, aunque se estima que trimestre a trimestre vuelva a crecer, su tasa de variación anual nuevamente sería negativa en el primer trimestre del próximo año. Con ello, para el año en su conjunto, se prevé que el PIB crezca entre 0,5% y 1,5%. Mientras que para 2021 se supone una recuperación del crecimiento como producto de una gradual recuperación de los principales componentes del gasto y la producción, el que se ubicará algo por debajo del rango previsto en el IPoM de septiembre llegando a 2,5% a 3,5%. De esta manera, hacia fines de 2021, el nivel de PIB será alrededor de 4,5% inferior al que se habría alcanzado de no mediar estas disrupciones.
En el ámbito laboral, Marcel indicó que diversas fuentes de información apuntan a que el mercado laboral ya estaría deteriorándose. “De mantenerse la relación histórica entre la demanda de trabajo y la actividad, y de no producirse cambios significativos por el lado de la oferta, la tasa de desempleo podría superar el 10% a inicios de 2020”, subrayó.
En cuanto a la inversión, explicó que su evolución para 2020 se corrige de forma importante, proyectándose una caída de 4% anual. Ello responde a un descenso significativo de la inversión privada no minera. “Esto es coherente con la mayor incertidumbre y el agudo deterioro de la confianza empresarial, los mayores costos que enfrentan las empresas en diversos ámbitos —entre ellos, el efecto de la depreciación del peso en el costo de la maquinaria importada—, y el deterioro de condiciones financieras, incluyendo la caída de la bolsa y las alzas de tasas y spreads corporativos”, sostuvo.
Puntualizó, sin embargo, que los impactos negativos sobre la inversión se compensan, parcialmente, por la continuación de los grandes proyectos de inversión mineros ya iniciados que, según la información cualitativa recopilada por el Banco, no han visto afectado su desarrollo tras el 18 de octubre. No ocurre lo mismo en otros sectores, donde se da cuenta de una reevaluación de los plazos y montos de inversión previamente comprometidos.
Horizonte de Política Monetaria
En ese contexto, afirmó, “prevemos que, durante los próximos meses, la Tasa de Política Monetaria nominal se mantendrá en torno a sus niveles actuales (1,75%), lo que es coherente con el logro de la meta de inflación, en un contexto de mayor impulso fiscal e intervención cambiaria. De todos modos, la política monetaria estará contribuyendo a la reactivación, al ubicarse, en términos reales, por debajo de lo previsto en el IPoM de septiembre, especialmente si la comparación se extiende a varios meses. La calibración del estímulo monetario será especialmente desafiante en lo venidero, y dependerá, entre otros factores, de la evolución de la actividad, el mercado laboral, el tipo de cambio y las expectativas de inflación”.
A modo de reflexión, Marcel sostuvo que la combinación de política monetaria y fiscal que se ha ido gestando, otorga un apoyo importante para la estabilización de la economía, similar a la respuesta a la crisis financiera global de 2008-2009. “Pero es evidente que mientras no se resuelva la incertidumbre subyacente, los costos para la economía, y especialmente para las personas, seguirán aumentando” dijo, y agregó que “de prolongarse una situación en la cual la economía no pueda operar en las condiciones adecuadas, podemos vernos enfrentados a un escenario en que el empleo, el ingreso y la calidad de vida de las personas se vea aún más afectada”.
Por esa razón, concluyó, que, junto con hacer esfuerzos por contribuir desde nuestro ámbito de responsabilidad a reducir la incertidumbre, hay dos desafíos inmediatos, en los que se requiere el apoyo del Congreso. El primero es cerrar “lo antes posible” los temas pendientes de definición política, como se ha dado, por ejemplo, en los acuerdos sobre la reforma tributaria, el proceso para una nueva Constitución y el despacho del Presupuesto para 2020. “Estos son ejemplos claros de cómo la cooperación en el mundo político puede ayudar a reducir la incertidumbre dando, al mismo tiempo, un marco de mediano plazo para las finanzas públicas y respuestas a los problemas más acuciantes de la población. Este tipo de acuerdos no solo ayuda a paliar problemas humanos y sociales, sino también a recuperar la confianza en las instituciones”, subrayó.
El segundo, agregó, es que nos permitan concentrar todos nuestros esfuerzos en las tareas que nos ha asignado la ley: el control de la inflación y la promoción de la estabilidad financiera. “Frente a la posibilidad de agregarle nuevas tareas al Banco Central, no podemos perder de vista la situación que enfrenta el país y la consecuente necesidad de disponer de todos nuestros recursos en pos de estabilizar la economía y las finanzas”, sostuvo.
El Presidente del Banco Central de Chile continuó señalando que “no está en nuestra naturaleza dar falsas esperanzas, o hacerle creer a la gente que será fácil resolver las cosas. Tampoco podemos dar la idea de que existen recursos e instrumentos ilimitados para que la economía y la población pasen incólumes este período turbulento. Como señalamos anteriormente, las autoridades y los chilenos en general tendremos que trabajar mucho para evitar las consecuencias más dañinas y persistentes en el desempleo y la inflación, los que sabemos también incrementaría los niveles de desigualdad”.
Sin embargo, concluyó con una nota de esperanza, destacando que “Las últimas horas han sido alentadoras en cuanto al avance de importantes iniciativas, reafirmando el respeto a la Constitución”, a partir de lo cual valoró el rol de la Comisión de Hacienda, “donde se logró el primero de los acuerdos transversales en respuesta a la crisis”, lo que la hace un lugar especialmente apropiado para reafirmar el valor del compromiso con el país, compromiso del cual el Banco Central se siente parte.
Fuente: Departamento de Estudios Transtecnia