El Oficio argumentó que conforme con el artículo 31, inciso cuarto, Nº 5, de la LIR, procede la deducción –como gasto necesario- de una cuota anual de depreciación por los bienes físicos del activo inmovilizado a contar de su utilización en la empresa. La cuota que corresponda por el período de depreciación dirá relación con los años de vida útil fijados por este Servicio, y operará sobre el valor neto total del bien.
No obstante, el contribuyente podrá aplicar una depreciación acelerada, entendiéndose por tal aquella que resulte de fijar a los bienes respectivos una vida útil equivalente a un tercio de la fijada por la Dirección o Dirección Regional, salvo respecto de bienes cuya vida útil sea inferior a tres años.
Tratándose de bienes que se han hecho inservibles para la empresa antes del término del plazo de depreciación que se les haya asignado, podrá aumentarse al doble la depreciación correspondiente.
Respecto de este último caso, cabe hacer notar que los términos empleados en la redacción de la norma no restringen su aplicación a un solo tipo de depreciación, sino que se refiere a la que se haya “asignado” a los bienes que se han hecho inservibles, de lo que se colige que podrá aumentarse al doble tanto la depreciación normal, como la acelerada.
Por otra parte, el párrafo tercero del N° 5, del inciso cuarto, del artículo 31, de la LIR, dispone que, en todo caso, cuando se aplique el régimen de depreciación acelerada, sólo se considerará para los efectos del artículo 14, la depreciación normal correspondiente al total de los años de vida útil del bien. La diferencia entre la depreciación acelerada y la normal, solo podrá deducirse como gasto para los efectos de primera categoría.
Añade el Oficio que se precisa, de esta manera, que la existencia de regímenes de depreciación acelerada constituye un beneficio tributario únicamente para los contribuyentes que desarrollen actividades afectas al impuesto de primera categoría. En tanto, a nivel de impuestos finales solo resulta aplicable la depreciación normal.
Luego, el objetivo del aumento al doble de la depreciación normal o acelerada es reconocer la existencia de una circunstancia especial respecto de un determinado activo, aumentando el gasto necesario por dicho concepto, más no altera la restricción impuesta por la ley, en orden a aceptar únicamente la depreciación normal a nivel de impuestos finales.
Consecuentemente, se deberá registrar en el DDAN la diferencia entre la depreciación normal y la depreciación acelerada, y también el aumento al doble de la correspondiente por causa de haberse vuelto inservible el bien, en el caso que se haya ejercido esa opción.