En pleno rearme de su consultora se encuentra por estos días el ex Tesorero de la República, Hernán Frigolett. Esto, mientras se diversifica haciendo clases y pronto a integrarse al equipo de académicos de la Universidad de Santiago. Desde esa plataforma, analiza la coyuntura económica, marcada por estos días por la baja de la clasificación de Moody’s al país, y aborda los resultados de la reforma tributaria de la anterior administración.

¿Qué lectura hace de la decisión de Moody’s?

– El informe de Moody’s da una visión de lo que podría ser Chile hacia el futuro y los riesgos asociados. Está representando lo que haría un inversionista al visualizar a Chile como un destino de interés. Y lo que ven de la economía en su conjunto es que el crecimiento viene desacelerándose. Nos hemos ido depreciando como país tanto en el ámbito fiscal como privado, porque la deuda privada también ha crecido fuertemente. Entonces si uno ve la capacidad de crecimiento y cómo ha crecido la deuda pública y privada la ecuación se ve menos promisoria que hace 10 años atrás.

¿Prevé algún impacto en la percepción del mundo hacia Chile?

-El efecto sobre la clasificación es bastante marginal y probablemente no tenga efecto sobre el spread soberano.

Usted fue de los primeros en decir que la Reforma Tributaria no recaudaría lo esperado, lo que tuvo efectos sobre la deuda y el gasto fiscal. ¿Mantiene su posición?

– Siempre percibí que la estimación financiera de la Reforma Tributaria era optimista en su Informe Financiero. Lo recomendable era un escenario de proyección más conservador para no crear falsas expectativas. Eso habría ayudado a contener el gasto.

¿Por qué más conservador?

-Se percibía un factor de riesgo grande en términos de no lograr mantener el crecimiento efectivo alineado con el crecimiento de largo plazo. De ahí la brecha entre el Informe Financiero y lo recaudado realmente. Fue una mala coincidencia, tuvimos un ciclo del cobre que fue malo. En algún momento estuvimos bajo los US$2 la libra y era difícil prever. Obviamente impactó fuertemente la capacidad de recaudación. Esas son lecciones para el futuro: es mejor ser conservador en las proyecciones.

En ese contexto, ¿cómo evalúa el resultado de la Operación Renta cuando aún quedan por implementar medidas de la reforma?

– Fue un buen resultado que los ingresos hayan crecido más de un 12% en términos reales, incluso con la paralización de Escondida en 2017. El resto de la actividad crece 9% real lo cual era lo que se esperaba.

Pero bajó la base tributable y los ingresos fueron menores a los proyectados en la Ley de Presupuestos 2018…

-Creo que la gradualidad de implementación de la Reforma Tributaria fue excesiva. Con una gradualidad más corta, la reforma hubiese quedado implementada al tercer año del gobierno y para el último año hubiese sido de régimen donde se pudiese evaluar a plenitud la recaudación y la estabilidad de esa recaudación.

¿Qué tan transitorio o permanente es esta caída de la base tributable?

-Al dilatar la llegada al régimen y que el crecimiento no repuntara provocó que la base tributable nunca se fortaleció y eso afectó a la recaudación. Llegamos a una base tributable que está en torno a un 8% por debajo de lo que se proyectaba en el Informe Financiero de la reforma. Habría que generar una aceleración del crecimiento en torno al 4% por dos o tres años y ahí recién podríamos recuperar recaudación.

Entonces, ¿no fue una buena Reforma Tributaria?

-El diseño elegido fue el adecuado, probablemente la gradualidad fue excesiva.

¿Algún mea culpa?

-Desde el punto de vista de la administración fiscal, el Talón de Aquiles fue que dado que los ingresos no tuvieron la evolución esperada, debiera haber habido una contención del gasto o haber sido más selectivos de dónde se iba a focalizar el gasto.

¿Qué opina de que nuevamente se proponga cambios al sistema tributario o una modernización, como ha dicho Hacienda?

-Están empecinados en hacer una reforma tributaria en un contexto difícil, hay estrechez fiscal, reducir los ingresos es complicado y reemplazarlos va a ser difícil. Porque la reforma tributaria tiene un mérito: se concentró en el segmento con mayor capacidad contributiva. Sin lugar a dudas están pagando más impuestos las empresas más grandes y los contribuyentes de mayores ingresos son también los que están aportando más en términos de ingresos.

¿Cómo ve la posibilidad de que se reintegre el sistema?

-La reintegración en sí es una baja de la recaudación. En la Operación Renta el monto de las devoluciones solicitadas disminuyó un 10% y eso tiene que ver con la semiintegración. Si reintegramos ese 10% va a volver a fojas cero. Y eso golpea a los ingresos y los gastos, porque si la señal fue reducir el déficit estructural a la mitad de lo que fue el déficit inicial, el gasto va a tener que comprimirse más.

¿Cómo se recupera la clasificación?

-Faltan cambios estructurales donde todos, no sólo el sector público, tenemos que ser más visionarios. El empresariado tiene que empezar a pensar en el país del futuro y no depender tanto del cobre. Las clasificadoras ven que Chile no ha logrado zafarse de eso y mientras no diversifique sus inversiones vamos a seguir con escenarios estrechos en términos fiscales y con la misma volatilidad.

Fuente: La Tercera

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