Hay algo que no cuadra: la reforma laboral propiciada por el Gobierno y empujada resueltamente por la directiva de la CUT tenía como uno de sus propósitos centrales fortalecer la posición negociadora de los sindicatos. ¿Cómo? Entregándoles nuevas herramientas a la hora de negociar, como el fin del reemplazo en caso de huelga.

La ley entró en vigencia hace más de seis meses y lo que se observa es una caída histórica de los niveles de movilización. Si entre el 1 de abril y el 30 de septiembre de 2016 hubo 119 huelgas en el sector privado, en el mismo período de 2017 solo se han dado 47 paralizaciones; es decir, hay una caída del 61%, cifra que refleja un freno respecto de la tendencia que se veía de manera casi ininterrumpida desde 2006.

Según el Informe de Huelgas Laborales elaborado por el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) y la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado, entre 2006 y 2015, el número de huelgas aumentó de manera constante, salvo por el período 2008-2010.

¿Qué pasó entonces en 2017, que todos los temores empresariales no se dieron? Según el director del Trabajo, Christian Melis, es muy pronto para tener una evaluación muy certera. Sin embargo, “uno entiende que un factor importante tiene que ver con la mayor cantidad de acuerdos en las negociaciones colectivas, ya sea acuerdos directos entre las partes o con la intervención de la Dirección del Trabajo en procesos de mediación”, dice.

Esto se observa no solo al comparar la menor cantidad de huelgas respecto del año anterior, sino también al comparar la cantidad de huelgas efectuadas versus las aprobadas: en lo que va de 2017, la tasa de paralizaciones efectuadas versus las aprobadas es de alrededor de 14%, mucho más baja que la de 2016, que fue de 25,3%. “Estamos logrando más acuerdos en el ámbito de la mediación de lo que lográbamos antes”, dice Melis.

Sin embargo, para Melis también es cierto que muchas empresas y sindicatos anticiparon sus negociaciones.

En esta línea, el abogado laboralista Héctor Humeres considera que, más que una baja, lo que hubo fue un traslado de la conflictividad de un año a otro.

Desde el mundo académico, en tanto, existe una visión algo más crítica. La investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social y de la Universidad Alberto Hurtado, Francisca Gutiérrez, coincide en que es prematuro evaluar la reforma en tan corto tiempo. Sin embargo, tiene varias hipótesis sobre lo que está ocurriendo: una de ellas es que la negociación de los servicios mínimos haya hecho que algunos sindicatos llevaran sus demandas por la vía extralegal.

“Hay un incentivo a salir a otros canales si el sindicato no queda contento con la decisión que se toma en el tema de servicios mínimos”, afirma la investigadora, quien puntualiza que casi un tercio de las huelgas del sector privado se dan fuera de los canales legales.

En la misma línea se pronuncia el profesor de derecho laboral de la Universidad Diego Portales, José Luis Ugarte, quien considera que “ante la sobrerregulación, las huelgas tienden a trasladarse hacia lo extralegal”.

Efecto Sodimac

Más allá de la reforma laboral, el director de Cetra y asesor sindical, Carlos Cano, cree que la fuerte caída en el número de huelgas también se relaciona con las estrategias de negociación que comenzaron a implementar algunos sectores del empresariado a partir de 2013, cuando -según su experiencia- algunas ramas productivas “cartelizaron” una conducta: desatada la huelga, no ofrecer nada adicional.

“(el objetivo) es que todos aprendieran que con la huelga no se obtenía nada”, afirma el asesor.

A juicio de Cano, la expresión más clara de esta estrategia negociadora se dio en diciembre del año pasado en Sodimac, luego de que el sindicato de esa empresa decidió ir por primera vez a huelga. Esa vez, el sindicato liderado por el DC José Luis Ortega, rechazó una oferta de la compañía que incluía un alza salarial de 5% real y un bono de entre $360 mil y $500 mil por trabajador. Pero tras casi un mes de huelga, esa oferta ya no estaba sobre la mesa. El sindicato terminó aceptando un reajuste de 2% real y un bono de $200 mil por trabajador.

Fuente:  Economía y Negocios

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