En marzo de 2017 y cuando el gobierno de Michelle Bachelet entraba en su último año, la diputada comunista Camila Vallejo, con el apoyo de sus correligionarios Karol Cariola, Hugo Gutiérrez, Daniel Núñez y el parlamentario de la Izquierda Cristiana, Sergio Aguiló, presentó el proyecto de ley que busca modificar el Código del Trabajo con el fin de establecer una jornada laboral de 40 horas.
La iniciativa durmió hasta el 24 de julio de este año. Ese día avanzó en el trámite legislativo gracias a la gestión de Gael Yaomas (Convergencia Social), presidenta de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados. El proyecto fue aprobado en general y y con siete votos a favor y seis abstenciones (todas del oficialismo), la modificación que pretende bajar de 45 a 40 horas semanales la jornada laboral– fue aprobado en general en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados.
Tras ello, el siguiente paso sería su aprobación en particular por parte de la Comisión de Trabajo. Y, de lograrse, éste ya estaría en condiciones de ser revisado por la Sala de la Cámara.
Pero, en términos concretos, ¿qué significaría para el país disminuir la jornada laboral de 45 a 40 horas? ¿Qué dice la experiencia internacional y también la chilena? ¿Cuáles son las razones detrás de los defensores y detractores de este proyecto?
Experiencia nacional e internacional
Pese a lo acalorado que ha sido el debate en los últimos días, reducir las horas de trabajo no es un tema nuevo en Chile, y sin ir muy lejos, en 2005, bajo el Gobierno de Ricardo Lagos, se pasó de un régimen de 48 horas semanales al actual de 45 horas.
En aquel entonces la medida se adoptó de manera gradual, es decir, durante un periodo de tres años. Y justamente, la “gradualidad” es un punto que han incorporado en sus procesos de reducción algunos países desarrollados, y al cual apelan también algunos parlamentarios.
Dentro de este contexto, el diputado Gabriel Silber (DC), miembro de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados, sugiere como ejemplo el caso de Corea del Sur, nación “donde pasaron de un régimen de 45 a 40 horas, en un régimen de un año por hora, hasta llegar hasta las 40 horas”.
Pero más allá de cómo alcanzar las 40 horas, hay un tema que no se puede obviar: en Chile se trabaja 200 horas más al año que en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), según el reporte que presentó la misma entidad en 2018. En otras palabras, los hechos dan cuenta de que en los países con mayores niveles de productividad, la jornada laboral es mucho menos extensa que en Chile.
“En Alemania, por ejemplo, la jornada laboral estándar es de 35 horas, incluso en sectores como el automotriz y metalúrgico, que son sectores poderosos, han fijado jornadas laborales de 28 horas. Entonces, ahora hay que preguntarse: ¿Por qué un país más desarrollado que Chile se reduzca la jornada laboral?”, planteó a EL DÍNAMO Pablo Pérez, sociólogo, investigador del COES (Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social) y académico de la Universidad Alberto Hurtado.
Y es que para Pérez la respuesta es una: “Las investigaciones demuestran, sobre todo en el caso de Europa, que en verdad la reducción de la jornada de trabajo no tiene efectos económicos negativos, o sea, no aumenta el desempleo, no baja la productividad. Incluso, podría aumentar la productividad en la medida que se generen acuerdos dentro de las empresas”.
Según el investigador del COES y académico de la Universidad Alberto Hurtado, la tendencia de los países desarrollados apunta a reducir progresivamente las horas de trabajo. Así lo demuestran países como España, donde hoy el debate está puesto en la posibilidad de bajar de 40 a 34 horas la jornada de trabajo.
Posturas encontradas
Si bien el proyecto logró saltar el primer escaño, es decir, su aprobación en general en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados, la discusión que se aproxima no se ve para nada expedita. Esto principalmente porque -desde el Gobierno- argumentan que se trata de un proyecto “inadmisible”. De hecho, según el ministro de Trabajo, Nicolás Monckeberg, “el proyecto tiene muchos errores, incluso en la redacción, muchas contradicciones”.
A las palabras del ministro Monckeberg, se suman las del diputado Francisco Eguiguren (RN), quien además es miembro de la Comisión de Trabajo de la Cámara y que durante la votación en general del proyecto se abstuvo. “Tal como lo dice el ministro del Trabajo, es un proyecto inadmisible. Y para que la gente entienda: inadmisible significa que es un proyecto que nunca va a ser ley”, afirmó a EL DÍNAMO.
Pero, ¿cuáles son los errores a los que apuntan los detractores de la iniciativa? Para Eguiguren, el tema pasa por diferentes factores, entre ellos porque “es un proyecto rígido y tramposo, tramposo en el sentido de que tiene una letra chica que engaña a los trabajadores, ya que -por ejemplo- no incorpora que tiene que haber una media hora de colación, por lo tanto, pasa a ser un proyecto de 42,5 horas”.
Además, el diputado de Renovación Nacional hizo énfasis en que “no puede ser de la noche a la mañana, tiene que haber un tránsito, tiene que haber años de adaptación, porque al igual que en el proyecto del presidente Ricardo Lagos, que cambió de 48 a 45 hora, hubo un periodo de adaptabilidad de tres años, acá también debe haber un periodo de años”.
Sin embargo, y en relación a ese último punto, quienes están a favor del proyecto tienen una respuesta. Es así como el diputado Gabriel Silber detalló a EL DÍNAMO que “queremos que esto tampoco afecte el empleo, por eso también vamos a trabajar en un conjunto de indicaciones destinadas a buscar la gradualidad en la aplicación de esta medida, tal como lo hizo Corea del Sur al aprobar una medida similar de reducción horaria”.
Y es que, precisamente, el tema de la “gradualidad” cobra particular fuerza en torno a la empleabilidad, especialmente cuando se trata de las Pymes, las cuales -según planteó el diputado Eguiguren- serían las más afectadas.
“Si queremos tener un proyecto que reduzca la jornada laboral, hagamos un proyecto bien hecho. Y, ¿cómo se hace un proyecto bien hecho? Se hace con flexibilidad laboral, con adaptabilidad laboral, donde de verdad pudiese haber también un protagonismo de los trabajadores y de la pequeña y mediana empresa, que es la que a mí me preocupa, porque las grandes empresas se las arreglan solas”, manifestó el diputado RN.
Esto último, según afirmó a Pauta Rapahael Bergoeing, presidente de la Comisión Nacional de Productividad, pensando en que “si tú vas a bajar las horas trabajadas, sin cambiar absolutamente nada más, la fotografía de la realidad chilena actual, yo te puedo garantizar que el desempleo va a aumentar”.
Siguiendo esta misma línea, aunque más críticos, se ha manifestado el rubro empresarial. Ejemplo de ello, fue Manuel Melero, presidente de la Cámara Nacional de Comercio, quien planteó que, de aprobarse el proyecto, se podría encarecer la mano de obra y habría un impacto negativo en cuanto al comercio, la producción y la empleabilidad.
Pero ante este tipo de argumentos, Camila Vallejo, sentenció: “Lo que se ha hecho cuando se ha reducido la jornada laboral, y cuando la OIT recomienda reducir a 40 horas, es hacer que los que están trabajando, trabajen menos horas, y los que no están trabajando, también tengan oportunidad de tener un empleo, pero además mejora el rendimiento individual, y por tanto, mejora la productividad individual”.
Artículo de Romina Douglas
Fuente: El Dínamo