Recientemente nos enteramos de un robo realizado por un contador a una gran empresa del sector naviero; entre los antecedentes, se menciona que venía actuando hace varios años y el desfalco es millonario. Por cierto, este no es el primer caso que tiene connotación pública. Cada cierto tiempo, surgen casos con características similares; en esta oportunidad, se trata de una empresa importante, grande y prestigiosa del sector naviero. Creo que pocos se pueden imaginar que algo así le ocurra a empresas supuestamente “bien administradas”; además, se informa que el delincuente es un profesional que acredita excelencia académica (uno de “cuello y corbata”, con maestría).
¿Se trata de un caso aislado o representa la punta de un iceberg, un tema que nos cuesta enfrentar y reconocer su ocurrencia, el riesgo de ser estafado por un profesional de confianza por fallas en la administración?
Pareciera que confundimos el control con la confianza o muchas veces depositamos la confianza en el contador, porque son temas que no dominamos o no entendemos. Ejemplo de ello son los temas tributarios. Al preguntar a un empresario ¿en qué régimen tributario está tu empresa?, es común recibir como respuesta un “no sé, eso lo ve el contador”. Ni siquiera imaginar si le preguntamos a un empresario si sabe “¿qué implicación o costos tributarios tendrá él como socio de la empresa según su nuevo régimen?”. Seguramente, en la mayoría de los casos, su respuesta será la misma: “No es mi tema, eso lo ve el contador”.
En el ámbito financiero, vemos actuaciones similares. La mayoría de las empresas controla sus operaciones en base a planillas electrónicas y confían sus decisiones de negocios a partir de esos resultados, pero… ¿son fidedignos los resultados financieros generados en una planilla electrónica?, ¿cómo saber si hubo algún “error en el tipeo de los datos”? Lo cierto es que no hay cómo saberlo pero, como siempre se ha hecho así, entonces… ¡confiamos!
Lo que llama la atención en esto es que la Contabilidad es la principal herramienta para medir el resultado de un negocio y controlar sus operaciones. Al parecer, la mayoría de los emprendedores y empresarios desconoce la importancia que tiene la Contabilidad en materia de gestión y control, supliendo muchas veces la Contabilidad y basando sus decisiones en planillas electrónicas que ya dominan a plenitud. Desconocen el sentido de control que tiene la partida doble en la Contabilidad, no lo saben, ya que en cualquier planilla electrónica el registro de los datos es simple; se arriesgan porque confían en que siempre lo han hecho así, y revisan manualmente sus registros. Podríamos también mencionar que la mayoría de los empresarios no está capacitado para entender el resultado de un balance más allá de mirar la última línea, es decir, reconocer si ganó o perdió en el período determinado, y podríamos seguir con un largo etcétera, para mencionar actos basados en la confianza, la costumbre y no en el control efectivo.
Por medio de estos casos de fraude, son claras las sospechas y la presunción de que hay algo que está fallando en la administración de las empresas: fallan los controles, sobran los excesos de confianza en áreas críticas del negocio y faltan los conocimientos para hacer bien el trabajo de controlar y gestionar su negocio.
Estos son problemas que no se resuelven solo con tecnología o estableciendo nuevos procesos; tienen más que ver con las personas, con la educación de los profesionales encargados de la administración, con el liderazgo en las empresas, con el desarrollo de competencias necesarias para, entre otras cosas, conocer y entender qué es y para qué sirve la Contabilidad.
Esta es una de las razones de por qué decidimos renovar la Contabilidad, recuperar el valor que tiene para las empresas y sus administradores, lo importante que es disponer de información fidedigna y oportuna para controlar y gestionar los recursos de la empresa de manera eficiente, pero también la importancia de la reeducación de los principales actores y responsables de la administración y el control.
Con esto, no podemos asegurar que casos como el de la naviera se repitan, pero estamos seguros de que aplicando y mejorando los controles y aprendiendo cuál es la forma correcta de hacerlo, los riesgos de fraude serán mucho menores. La naviera seguramente aprenderá la lección; solo falta usted. Las empresas sustentadas en la suerte y la confianza no existen.