En el mundo empresarial de hoy, las planillas de cálculo son omnipresentes, pero también el lugar donde la realidad puede estirarse y moldearse al antojo de quien las maneja. Ajustar cifras, sumar o restar, borrar o duplicar. Así, la verdad se diluye y la gestión se convierte en un espejismo.
¿Por qué es tan riesgoso? Porque sin información real, trazable y consistente, medir y gestionar un negocio es sencillamente imposible. La contabilidad tradicional, si se convierte en un simple ejercicio para cumplir con el fisco o justificar balances, se transforma en un documento sin vida que solo alimenta la apariencia.
La clave: Volver a poner la contabilidad en el Centro La contabilidad, en su esencia, se construye sobre el principio de partida doble: Debe y Haber. Este principio no es un adorno técnico, es la base que asegura la consistencia y la trazabilidad de cada hecho económico. Si no conoces el origen de cada partida, menos podrás entender el destino de los recursos de tu empresa. Suponer que tienes lo que no tienes, o ignorar lo que sí tienes, puede resultar fatal para el negocio.
¿A quién favorece el descontrol? A río revuelto, ganancia de pescadores. El control aparente basado en planillas de Excel favorece la opacidad, el error y la manipulación de los datos, generando terreno fértil para decisiones equivocadas, fraudes o simplemente una mala gestión.