Para algunos puede ser esta una batalla perdida, del tipo David y Goliat, en especial para aquellas personas que pasaron la barrera de los sesenta años. En nuestro mercado, me he encontrado con muchos contadores, dueños de importantes oficinas contables, que han expresado que su único norte es dar un paso al costado; están sobrepasados y agotados con tanto 

cambio, con tanta reforma y, por sobre todo, con tanta incertidumbre de cómo será su futuro. Las noticias, por otra parte, alimentan la incertidumbre respecto de aquellas prestaciones de trabajo básico, indicando que, en el corto plazo, en Chile se perderá del orden del 55% de las actuales fuentes de trabajo.

Por cierto, resulta difícil competir con la tecnología; hay que reconocer que las “tecnologías” son mucho más eficientes que los seres humanos en hacer las tareas y “cosas”, ya que las realizan con mayor precisión, con menos fallas, son más rápidas, y las efectúan a un menor costo, en especial en aquellas labores y tares básicas y repetitivas; sinceramente, tratar de competir en las actuales condiciones, es jugar a perdedor, pues en ciertas labores existe cero posibilidad de superar o igualar la eficiencia que puede lograr la tecnología. Acuérdense de lo que pasó con los cajeros bancarios, con el icónico repartidor de cartas (el cartero), los que “manejaban” los ascensores, llamados en ese tiempo ascensoristas, los vendedores de tiendas y muchas más actividades que fueron sustituidas por opciones tecnológicas, más eficientes, más seguras y menos costosas.

En estos tiempos de cambio y revolución, mucho más vertiginoso que hace unos pocos años atrás, la tecnología de algún modo está arrasando y reemplazando tareas y trabajos que antes fueron realizados y concebidos para ser ejecutados por personas. Nunca se pensó que la tecnología llegaría tan lejos, a “reemplazar el trabajo de las personas”, amenazando así la fuerza de trabajo más tradicional, alterando la forma de hacer negocios, modificando nuestros estilos de vida, nuestra forma de comunicarnos; definitivamente, la tecnología, la digitalización y la inteligencia “artificial”, pareciera ser que lo cambió todo, y en tan poco tiempo. ¿Hay alguien que tenga duda de esta afirmación?

Reconociendo este nuevo escenario, ¿qué podemos hacer para sobrevivir y no morir en el intento por superar a la tecnología?; sin duda, esta es una situación compleja por el alcance y profundidad del problema, pero creo que, como en todas las cosas, hay luces de esperanza; primero, tratar de entender y preguntarse algo tan elemental e importante como ¿qué es la tecnología? Más allá de las definiciones académicas y “rebuscadas”, la tecnología es una herramienta hecha por los seres humanos, al servicio de las personas para facilitar su trabajo y su vida; en definitiva, la tecnología pareciera ser que va a hacer al hombre más feliz. Esta definición nos aclara, en primer lugar, que la tecnología no es una amenaza y, por otra parte, que está hecha por nosotros mismos, diseñada y programada por nosotros, con la finalidad de ayudarnos y de facilitarnos la vida y el trabajo. Es comparable, tal vez, con lo que en los tiempos prehistóricos fue la invención de la rueda o el descubrimiento del fuego; el fuego pudo haber sido visto también como una amenaza, porque podía producir incendios y matar pero, por cierto, sin esos dos descubrimientos, el hombre no tendría el progreso y desarrollo que posee la sociedad en la actualidad.

En resumen, la tecnología es un avance, es sinónimo de modernidad y crecimiento, está hecha por los hombres, para nuestro servicio y, sin duda, en muchos casos, mejorará la calidad de vida de las personas y apoyará al desarrollo de las empresas, en especial, las pequeñas empresas que tanto requieren mejorar sus procesos para optimizar sus índices de productividad.

Entonces, qué hacer frente a esta nueva cuarta revolución tecnológica. Creo, sinceramente, que el camino no es oponerse ni luchar contra la modernización y la tecnología; el camino no es dar un paso al costado como mi amigo el contador, que abrumado por tantos cambios y reformas me contaba que estaba cansado y agotado; pensamos que el camino es desarrollar ventajas competitivas desde nuestra condición de seres humanos que somos, ese es el único espacio donde la máquina o la tecnología no nos “derrotará”, ni competirá con nosotros.

Nuestras ventajas estarán en el ser personas íntegras, confiables, pensantes, adaptativas y amorosas, con valores y comportamiento ético. Un actuar con respeto por las otras personas; debemos transformarnos en individuos que inspiren confianza y la tengan en las otras personas, que tengan capacidad de aprender, que sepan decir “no sé” cuando no están seguros o definitivamente no saben, que sepan preguntar, que sepan escuchar, no solo oír, que se sientan responsables de ayudar y conformar una organización o empresa, con capacidad de trabajar con personas diversas. Nada de estos valores los puede tener o desarrollar una máquina.

El desarrollar esos valores y comportamientos nos hará fuertes e imbatibles, así será el comienzo de un hombre nuevo para los nuevos tiempos, un hombre con muchas ventajas para enfrentar los desafíos que vienen. No se trata solo de adoptar nuevas tecnologías para asegurar nuestro desarrollo y crecimiento como personas y sociedad; tampoco se trata de alcanzar mayores ingresos económicos para sentirnos seres desarrollados. La solución está en nuestras manos, pasa por nosotros mismos; debemos ser mejores personas, sacar y reflotar lo mejor de nuestra condición de ser humano; la solución para enfrentar esta revolución con las mejores herramientas está en nosotros mismos, en nadie más.

Hay sí un problema, como en todas las cosas, un problema con la calidad de la educación; hoy, a pesar de tener educación para todos, cada vez tiene menos valor el título frente al ámbito laboral, y la calidad de la educación juega un rol fundamental en el desarrollo de competencias y habilidades digitales.

Pasarán los años, no muchos, y es seguro que los procesos de transformación digital se producirán. Así, en poco tiempo más, nos encontraremos frente a un sinnúmero de tareas que ya no serán realizadas por nosotros; serán máquinas y software quienes las efectuarán de modo mucho más rápido y eficiente que nosotros, así será y así ha sido, esta revolución no la detendrá nadie.

Cambiar nuestra disposición frente a la tecnología y no resistirnos a su incorporación puede ayudarnos mucho; entender que la máquina nunca podrá sustituir al hombre por su condición de ser humano nos ayudará mucho a enfrentar este gran desafío y, por último, fortalecer nuestra condición de ser “humano” y ahí marcar todas las diferencias alcanzando a ser una buena persona, nos hará triunfadores en esta revolución.

Puedo seguir sacando a pasear a mi perro todos los días, sin sentirme amenazado por alguien o algo que me reemplace en esta rutina. Ahora estoy seguro de que nadie hará este paseo (trabajo) mejor que yo, no habrá máquinas ni software que me sustituyan en esta labor, mi perro lo sabe, huele a su amo, soy insustituible, soy humano.

Jorge Valenzuela F.
Gerente Comercial y Socio de Transtecnia

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