El resultado es inquietante:
La contabilidad, el sistema que debiera reflejar la salud de la empresa, ya no sirve para diagnosticarla.
Es una herramienta que informa al Estado, no al empresario.
Y así, sin síntomas visibles, la enfermedad avanza: la empresa toma decisiones sin conocer su verdad económica.
La cura no está en más formularios ni nuevas normativas, sino en reconstruir la contabilidad desde su origen, incorporando granularidad, trazabilidad y propósito.
Una contabilidad que integre sus datos con bancos, ventas, remuneraciones y flujos, y que hable el lenguaje de la gestión, no solo del cumplimiento.
“La contabilidad está enferma, y su mayor peligro es que nadie siente el dolor.
Pero toda enfermedad que se diagnostica a tiempo puede curarse: y la cura se llama inteligencia contable.”
Llamado a la acción
Invito a contadores y empresarios a reflexionar:
¿Confían en su contabilidad para decidir o solo para cumplir?
Compartan su experiencia y opiniones en el Ecosistema Fintech Contable, donde trabajamos para devolverle a la contabilidad su salud: la capacidad de reflejar la verdad económica de cada negocio.
2 comments on “La gran reforma contable: Del cumplimiento a la inteligencia”
Lo que menciona el Sr. Valenzuela tiene algo de veracidad en el ámbito de las pymes, no así en las grandes empresas que cuentan con equipos de profesionales altamente calificados.
Es Cierto, la Contabilidad debiera ser el Sistema Nervioso Central en donde concurran y quede huella indeleble de todos los hechos Económicos y Financieros de Carácter Visibles como también aquellos de Carácter invisibles que hoy por hoy son de máxima importancia para las partes interesadas que sostienen la Empresa y que están observando en tiempo real como fluye el todo y como se interactuá con el entorno socio económico de forma coherente e integral.
Finalmente, para las Empresas modernas sea cual sea su tamaño debe ser de máxima preocupación ser capaz de transmitir a su entorno social, su total compromiso con los principios y valores que la rigen y que estos principios y valores no se encuentren reñidos con la ética, la honestidad y la responsabilidad que debe anteponerse en cada una de sus decisiones.