La economía chilena atraviesa tiempos de incertidumbre, y las Pymes están al borde del abismo. En este contexto crítico, surge una pregunta urgente para cada dueño y socio: ¿Quién está realmente a cargo de las finanzas en su empresa? La respuesta a esta pregunta puede significar la diferencia entre la supervivencia y el fracaso de su negocio.
Muchas Pymes en Chile delegan la responsabilidad financiera en un contador, con la creencia de que su rol se limita a mantener los libros al día y presentar las declaraciones de impuestos. Pero esto es un error costoso y, en tiempos de crisis, puede ser mortal para la empresa. Sin una gestión financiera adecuada, es imposible anticiparse a problemas de liquidez, enfrentar las exigencias del mercado o adaptarse a cambios inesperados. En pocas palabras, la falta de un responsable claro y capacitado en finanzas convierte a la empresa en un barco a la deriva, en medio de una tormenta económica sin precedentes.
La realidad: Contadores que no son gerentes financieros
El contador suele ser visto como el encargado de “llevar las cuentas” y cumplir con el fisco, y nada más. Este enfoque básico y limitado es uno de los grandes problemas en la gestión de las Pymes. La contabilidad, en muchos casos, no ofrece más que números en papeles o gráficos que no reflejan la realidad de la empresa. Los dueños de las Pymes suelen conformarse con informes superficiales, sin darse cuenta de que estos no aseguran que están tomando decisiones informadas y correctas.
La contabilidad no es solo impuestos: Es estrategia, gestión y supervivencia
El error de considerar a la contabilidad solo como un mecanismo para cumplir con el Servicio de Impuestos Internos (SII) es una peligrosa subestimación. En tiempos de crisis, la contabilidad debe ser mucho más: debe ser una herramienta para la toma de decisiones estratégicas, basada en información clara y en tiempo real. Se necesita que el contador, además de registrar los ingresos y egresos, proporcione oportunamente análisis sobre el flujo de caja, proyecciones de ingresos y riesgos financieros. Sin estos elementos, la empresa está prácticamente ciega, operando a ciegas en un contexto económico cada vez más hostil.