Que el Estado pueda recaudar más recursos para responder a las necesidades sociales, sin tener que seguir endeudándose, es la vía que ha generado más consenso para reducir la desigualdad de un modo fiscalmente responsable.

La justificación de fondo de las reformas tributarias recientes es que la carga tributaria (los ingresos recaudados mediante impuestos como porcentaje del PIB) es inferior a la de países de la región y al promedio de la OCDE. Según reporta ese organismo, la carga tributaria de Chile en 2019 llegó a 20,7% del PIB, cifra inferior al promedio de los países de la región (22,9%) y al promedio de la OCDE (33,8%). Estas cifras, por cierto, también deben analizarse con cuidado.

El programa del Presidente electo Gabriel Boric plantea una serie de cambios tributarios cuya meta es recaudar 5% del PIB extra a 2025, cifra que subiría a 8% al sumar los ocho años de la siguiente administración.

Pero un reciente estudio de la Dirección de Presupuestos (Dipres) muestra que los números tienen una dimensión más compleja. Sin ningún cambio tributario, los ingresos del Fisco crecerían “en torno a 3% real en la década 2019-2030”, dice el informe de la Dipres, aunque ese ritmo se desacelera a un rango entre 1%-1,6% en la década 2051-2060. Asimismo, la carga tributaria como porcentaje del PIB aumentaría desde un 21,4% en 2019 a un rango entre 24% y 30% hacia 2060. Esto supone pasar de un PIB per cápita anual de $8,1 millones en 2019 a uno de $15,4 millones en 2060.

Estos resultados revelan también que el cobre sigue perdiendo relevancia en cuanto a su aporte a los ingresos del Fisco, ya que la mayor recaudación proyectada proviene principalmente de un alza importante de los ingresos tributarios no mineros.

“Estos resultados sugieren que independiente del valor de la carga tributaria, las perspectivas futuras sugieren que Chile estaría en línea con la carga acorde a su nivel de ingreso”, afirma el texto.

De dónde vienen los recursos

Proyectar cuánto dinero recaudará el Fisco a largo plazo es complejo, porque implica ponderar variables como el crecimiento esperado de la economía (clave para estimar la recaudación de impuestos como el IVA y los tributos que gravan la renta) y la evolución del precio del cobre, que permite proyectar los ingresos que aportarán los impuestos a la minería. También se debe considerar la evolución de cambios tributarios recientes (como la ley aprobada en 2020), que sumó nuevas fuentes de ingresos como el IVA a las plataformas digitales y la sobretasa que pagan los dueños de propiedades sobre $400 millones.

El cálculo fue realizado por un equipo liderado por el entonces jefe del Departamento de Estudio de Dipres (hoy, coordinador macroeconómico de Hacienda), Cristóbal Gamboni, e integrado por la experta macroeconómica de Dipres Jessica Chamorro y el analista de la entidad Alonso Valdés.

El documento describe algunas características de la estructura tributaria chilena. Entre 1990 y 2019,  la carga tributaria promedia 21% del PIB, con un máximo de 25% en 2007 y un mínimo de 19% en 2009. Y contrario a lo que podría pensarse, en este periodo el peso del cobre no fue relevante, ya que el 72% de los ingresos totales del Estado se originaron en los impuestos no mineros.

Si se mira con más detalle la recaudación que no proviene de la minería, en torno al 70% lo recaudan los impuestos indirectos (como el IVA e impuestos específicos), mientras que el 30% se obtiene del impuesto a la renta. El IVA es imbatible en la recaudación: concentra el 51% de la recaudación total no minera en el período y 74% de la proveniente de los impuestos indirectos.

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