⚠️ Un sistema sin evidencia es un sistema peligroso.
El punto más delicado “y el menos discutido” es este: Un sistema contable que no integra evidencia, trazabilidad ni explicabilidad.
No necesita corrupción activa para ser riesgoso.
Basta con que alguien quiera ocultar algo.
¿Cuándo los registros?
📄 No están respaldados por documentos verificables.
🧮 Permiten ajustes sin huella.
📑 Dependen de planillas paralelas.
🔍 Y no reconstruyen el hecho económico original.
La corrupción encuentra un terreno fértil para actuar sin dejar rastros.
No porque todos quieran hacerlo mal.
Sino porque el sistema lo permite.
Esto no es solo un problema contable: es un problema país.
El cuidado de los recursos públicos no puede descansar en la buena fe ni en controles ex post. Requiere sistemas estructuralmente confiables, diseñados para:
🧾 Registrar hechos, no solo cifras.
🧩 Integrar evidencia desde el origen.
🔗 Asegurar trazabilidad total.
🔍 Permitir auditoría permanente.
📖 Explicar la historia económica completa.
Cuando eso no existe, no hay responsabilidad social posible.
Y sin responsabilidad social, la democracia se debilita.
La conclusión es inevitable: necesitamos un nuevo lenguaje.
Lo ocurrido no se soluciona con más normas, más formularios ni más fiscalización reactiva.
Se soluciona repensando el sistema de información financiera desde su base.
Chile necesita con urgencia:
🆕 Un nuevo lenguaje de los negocios.
🧾 Una contabilidad basada en evidencia.
🤖 Sistemas autoauditables.
🔍 Información que explique, no que oculte.
🗣️ Números que hablen y se entiendan.
No se trata de modernizar lo existente.
Se trata de superarlo.
⏳ Una última advertencia.
Un país que no puede explicar el uso de sus recursos no puede exigir confianza, ni pedir sacrificios, ni construir futuro.
La Contraloría ya dio la señal.
Ignorarla sería el verdadero error histórico.