
Escuchando a Horst Paulmann en Jumbo La Dehesa
Recuerdo vívidamente la tarde en que escuché a Horst Paulmann hablar en el supermercado Jumbo de La Dehesa. Había ido de compras cuando noté un revuelo inusual en los pasillos…
Recuerdo vívidamente la tarde en que escuché a Horst Paulmann hablar en el supermercado Jumbo de La Dehesa. Había ido de compras cuando noté un revuelo inusual en los pasillos. Entre la gente, rodeado de empleados y algunos clientes curiosos, estaba el propio Horst Paulmann, fundador de Jumbo, conversando con una sonrisa humilde, saludando a los clientes y a sus colaboradores, No había tarima ni micrófono; solo un veterano empresario compartiendo espontáneamente sus vivencias y su tiempo.
Me acerqué con fascinación, uniéndome al pequeño círculo que se formó a su alrededor. Paulmann hablaba de sus inicios como si contara una anécdota familiar. Contó cómo, décadas atrás, empezó vendiendo fresas y nueces en un local modesto que su familia convirtió en supermercado. “No se preocupen por empezar pequeño”, dijo con entusiasmo, “preocúpense por tener la determinación de llegar lejos”. Sus palabras eran sencillas pero cargadas de significado. Mientras hablaba, sus ojos brillaban con la pasión de quien todavía disfruta cada rincón de su negocio.
Lo que más me impresionó fue su cercanía y humildad. A pesar de ser uno de los empresarios más exitosos de Chile, Paulmann se expresaba sin extravagancias ni cifras rimbombantes. En lugar de presumir logros financieros, hablaba del equipo humano detrás de Jumbo, de la importancia de ofrecer calidad a los clientes y de mantener viva la curiosidad por mejorar. Ahí entendí la diferencia: no estaba frente a un hombre que solo buscaba monetizar un negocio, sino ante un verdadero empresario, de los que construyen un sueño ladrillo a ladrillo. Aquella charla informal me dejó una lección inolvidable y un ejemplo de liderazgo genuino.
Con el tiempo, esa experiencia me llevó a reflexionar sobre el legado de Horst Paulmann y lo que su trayectoria enseña a las nuevas generaciones de empresarios. Horst no heredó un imperio ni buscó atajos para hacerse rico. Comenzó desde cero: emigró con su familia a Chile, trabajó desde muy joven y convirtió un pequeño restaurante familiar en el cimiento de un gigante minorista. Su historia es un testimonio de perseverancia. Pese a las dificultades económicas y los cambios de mercado, siguió adelante sin perder de vista su visión. Todo lo construyó a pulso, reinvirtiendo las ganancias y aprendiendo sobre la marcha.
Otra gran enseñanza de su legado es la innovación constante. Paulmann fue pionero al introducir el concepto de hipermercado en Chile, cuando pocos creían en ese formato. No tuvo miedo de apostar por ideas nuevas, desde tiendas más grandes hasta centros comerciales emblemáticos. Siempre se preguntaba: “¿qué más podemos hacer para sorprender al cliente?”. Mientras muchos se quedaban en la zona cómoda de lo conocido, él se atrevió a ir más allá y marcó tendencia en la industria.
Por último, está el impacto social de su forma de hacer negocios. Paulmann entendía que el éxito de un emprendimiento no se mide solo en utilidades, sino también en cómo mejora la vida de las personas. Las empresas que fundó crearon miles de empleos, impulsaron economías locales y mejoraron la experiencia de compra de comunidades enteras. Su legado recuerda que un negocio puede y debe generar valor más allá del dinero, dejando una huella positiva en la sociedad.
Al contrastar esta filosofía con la de quienes solo buscan monetización rápida, la diferencia es clara. Quien busca el beneficio fácil quizá obtenga resultados a corto plazo, pero difícilmente construirá algo que perdure. El verdadero empresario, en cambio, persiste cuando otros se rinden, innova cuando otros se estancan y entiende que cada decisión impacta su entorno. El ejemplo de Horst Paulmann nos inspira a enfocar nuestros proyectos en tres pilares: perseverancia, innovación e impacto social.
En un mundo donde a veces parece premiarse el “éxito” instantáneo, la historia de Horst Paulmann es un recordatorio de lo que realmente importa en los negocios. Para las nuevas generaciones, la lección es clara: no se trata de volverse millonario de la noche a la mañana, sino de construir con pasión, paciencia y propósito. Como aprendí aquel día en Jumbo La Dehesa, ser empresario es mucho más que ganar dinero; es dejar un legado que inspire a otros y transforme nuestra comunidad.
Autor: Jorge Valenzuela F.– Gerente General y Fundador de Transtecnia S.A.
de contabilidad, temas laborales, educación, tributarios e innovación
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Últimos comentarios
Holaa, toda la razón con lo que han descrito ustedes. Vivo en Requínoa región de O”higgins una comuna pequeña, existen…
Fantástico el Boletín, con Sabiduría y con una mirada de excelencia y de vanguardia. Gracias.
TODA LA RAZON, NO HABRA FORMA DE REVERTIR ESTA NORMA, QUE EFECTIVAMENTE ES UN CLARO RETROCESO?
Estoy completamente de acuerdo con el artículo publicado, estos dos años hay sido fatales en mi negocio y no creo…
Emotivo mensaje.