La informalidad es, para muchos, el primer paso en el camino del emprendimiento. Comienza casi de manera inconsciente, vendiendo o haciendo “trueques” entre compañeros de la enseñanza básica. Es un espacio donde se enfrentan desafíos reales, se aprende a negociar y, sin darse cuenta, se empieza a construir un sueño. Yo mismo conocí este mundo cuando, siendo joven, exploré el comercio de pescado congelado y la compra y venta de automóviles. Por cierto, no sabía nada de pescados ni de automóviles, pero el instinto de aprender, explorar y sobrevivir me marcó profundamente. Fue ahí donde descubrí que el trabajo, en cualquier forma, dignifica y da propósito.
La informalidad: Escuela de vida y emprendimiento
El mundo de la informalidad, aunque lleno de incertidumbre, está cargado de esfuerzo y lecciones de vida. Es un terreno donde la creatividad, la resiliencia y la capacidad de adaptarse son esenciales. Cada día es una oportunidad para aprender algo nuevo: cómo tratar con clientes, negociar precios o resolver problemas inesperados. Aprendes que las oportunidades siempre están ahí, pero hay que salir a buscarlas; no llegan solas.
Para mí, esos años vendiendo pescado a cocinerías o negociando autos fueron mucho más que una forma de ganarme la vida; fueron una experiencia formativa e inolvidable. Al inicio vivía entre la formalidad y la informalidad, una dualidad que me enseñó que, aunque careciera de recursos o herramientas sofisticadas, el esfuerzo y la dedicación siempre abren puertas.
El riesgo de permanecer en la informalidad
A pesar de sus virtudes, la informalidad tiene límites que pueden convertirse en obstáculos difíciles de superar:
Falta de acceso a financiamiento: Sin un registro formal, es casi imposible obtener créditos o herramientas financieras que permitan crecer.
Inseguridad económica: La informalidad deja a muchas personas sin acceso a beneficios sociales o estabilidad a largo plazo. No tienes derecho a enfermarte, a salir de vacaciones.
Riesgos legales: Operar fuera de la ley puede llevar a sanciones o pérdidas inesperadas, generando mayor inestabilidad.
Por eso, aunque digna, la informalidad no debe ni puede ser el destino final. Es un punto de partida, un trampolín hacia algo más grande.
1 comment on “La informalidad: El inicio en el mundo de los negocios de muchos empresarios”
Un trabajo de excelencia, se ha combinado perfectamente bien el desarrollo o crecimiento personal con lo profesional, cuando se logra formar a la persona para que haga lo correcto lo profesional llega por añadidura. Felicitaciones apreciado amigo.